jueves, 7 de abril de 2011

Ante ti


*Ante ti

Por Criseida Santos Guevara

En las mañanas de invierno, mientras bebo una taza de Nescafé en la penumbra que está por desaparecer con la llegada de un nuevo día, diserto sobre el amor, diserto sobre ti y me da por confesarme. Me sería más fácil admitir que he matado a un perro, que me masturbo viendo videos en youporn y que durante todo un año te dediqué todos y cada uno de mis status en Facebook, que admitir que todavía pienso en ti y todavía me apendejo cuando te veo.

Yo confieso que desde 1989, uno de mis placeres es criticar la música de macho tierno y los intentos de trova de cierto cantante guatemalteco. Por eso me sería más fácil admitir que mi desempeño laboral es muy parecido al de cualquier burócrata de la Secretaría de Educación Pública, que soy un aborto de Elba Ester Gordillo, o incluso que soy como cualquier enfermera del Seguro que deja de atender a los pacientes de Urgencias en punto de las once de la noche - la hora de echarse unos tacos - antes que admitir que el problema no es quererte... es que tú no sientas lo mismo.

Y también confieso que en las mañanas cuando pasan los horóscopos en el radio, siempre escucho el tuyo. Y en las predicciones pongo atención a cómo va a ser tu día, tu mes, tu año. Y siempre checo nuestra compatibilidad por signo zodical, carta astral y numerología. Y confieso que te hice una playlist en youtube pero no me atreví a darte share. Y te escribí un par de poemas y un par de canciones porque sí, porque me siento poeta, porque el amor, la lujuria y la obsesión nos convierten en poetas. Y cuando en alguna fiesta con karaeoke, cuando en una carne asada con cancionzotas norteñas, cuando en una cantina fresa en viernes de quincena en juntación con los compas del trabajo cantamos alguna canción que nos une en pena colectiva, tú eres ella, la que no supo amar, la que se fue, la que no supe aquilatar, la que ojalá que se muera, la que ojalá nunca vuelva, la ingrata, la infeliz, inalcanzable, indomable, a la que le regalo su libertad, júrame que no volverás... pero no, nada de eso lo admitiría, en su lugar prefiero decirle a todo el mundo – y Dios quiera te llegue el mensaje – que por mí Saturno se puede instalar de una vez y por siempre en tu estrella, que no me sorprende que seas cerdo en el horóscopo chino porque en el occidental te dedicas a pura marranada y que las únicas canciones que te mereces son la Baraja Caraja, la Calabaza, la Número Veinte y hasta la Número Cien.

Confieso que con el tiempo este odio y esta enemistad carecen por completo de sentido, que me gustaría ser comercial de Coca Cola y que con una botella de 335 militlitros hiciéramos desaparecer este muro de la vergüenza, porque de verdad pienso que damos pena. Y de verdad pienso que comparar esta frialdad y esta indiferencia con el muro de la vergüenza te va a dar vergüenza y no pena ajena. Confieso, entonces, que nada me separa de todo aquello que ya he dicho, ni del perro, el youporn, los status del facebook, Arjona, el hecho de que todos somos Arjona, que todos somos burócratas, que todos leemos astrologías y que en los momentos más bajos las creemos al pie de la letra como una alternativa para no volvernos locos.

Confieso entonces que callarse las confesiones no sirve de nada. Confieso, entonces, que tampoco sirve de nada andarse por la vida como perro solitario y confesarlas. Yo confieso que ya no me queda nada que confesarte.

* Texto publicado en el número de Primavera 2011 de MANUAL DEL DESIERTO.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta!!! Felicidades!!

Anónimo dijo...

genial!!!! Donde lo consigo???

Gülay dijo...

Qué padre!!! Tú si sabes decirlo...

Paulina dijo...

Hola

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Saludos
Pau

Teresa © Todos los derechos reservados dijo...

" porque sí, porque me siento poeta, porque el amor, la lujuria y la obsesión nos convierten en poetas" espléndido.

Míkel F. Deltoya dijo...

Lo leí en Primavera, me ha gustado bastante.
Un saludo

Anónimo dijo...
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