miércoles, 14 de mayo de 2014

Generación ausente

Generación ausentepor Antonio Ramos Revillas


Monterrey, México (14 mayo 2014).-
Más de 110 años tiene la historia de la novela en nuestro Estado, tradición que podría llamarse "doméstica".
"Doméstica" porque los novelistas publicados han sido, en su mayoría, editados en imprentas locales, universitarias o del Gobierno del Estado, ediciones con poco tiraje, distribución y acceso a las críticas y difusión nacionales.
"Doméstica" por el público que ha leído estas obras, buena parte afincados en nuestra Ciudad, de los pocos que consumen la obra de autores nacidos en Nuevo León.
Esta cualidad de la novela regiomontana puede perfilarse desde las obras clásicas de nuestro canon estatal: Felipe Guerra Castro lo inaugura con su novela inconclusa: La Única Mentira, publicada en el periódico El Nuevo Siglo.
En este texto haré mención en especial a las novelas que han sido editadas fuera de nuestra entidad y terminaré con las novelas más recientes, omitidas además en el trabajo de Jorge Rangel Guerra para la Biblioteca de las Artes de Nuevo León (Conarte 2013).
El término "doméstico" no debe incomodar: en un país centralista como el nuestro, el acceso a los grandes tirajes, regalías y atención mediática siempre ha sido una materia pendiente para los creadores que deciden permanecer en sus estados de origen.
Muchos autores regiomontanos lo padecieron, han padecido y padecerán, aunque hay pocos que han logrado evadirlo, ya sea por cambio de residencia o por tomar riesgos.
Uno de estos primeros autores publicados fuera de nuestra entidad fue el periodista y narrador José Alvarado, quien logró editar parte de su obra en editoriales de corte nacional.
Sus novelas como Memorias de un Espejo y El Personaje son muestra de ello. Pero son una excepción. La mayoría de los novelistas de su generación y posteriores miró a las imprentas locales como una vía rápida de acceso a la publicación aunque después estas obras se quedaran embodegadas.
Fue hasta principios de los 90 del siglo pasado cuando una generación de narradores y narradoras regiomontanos empezó a publicar en editoriales nacionales y a llamar la atención.
Esta ola inició con Hugo Valdés Manríquez cuando publicó en Grijalbo su ópera prima: The Monterrey News, casi a la par de Narcedalia Piedrotas de Ricardo Elizondo Elizondo.
A estas obras le siguieron las novelas de David Toscana, desde su clásica Estación Tula, traducida a varios idiomas, hasta la más reciente: La Ciudad que el Diablo se Llevó, publicada por Alfaguara el año pasado.
En ese viaje se anotaron más obras como El Camino de Santiago, de Patricia Laurent Kullick, editada por Era, Nostalgia de la Sombra y Juárez, el Rostro de Piedra, de Eduardo Antonio Parra, y El Vigilante y El Enrabiado, de Felipe Montes, además de una novela escrita por un regiomontano en adopción, Luis Felipe Lomelí, quien publicó en Tusquets su novela Cuaderno de Flores, aunque ya entrado el siglo 21.
Lo que tienen en común estas novelas es un lenguaje poderoso, una visión urbana, y psicológicamente interesante, que rompe con cierto tono costumbrista y una forma de hacer novela tradicional entre nuestros escritores.
Todas estas novelas, leídas fuera de Monterrey, parecen paradójicamente, no existir aquí.
Alfonso Rangel Guerra, además de algunos errores de investigación, como al datar a El Crimen de la Calle Aramberri, de Valdés, con fecha de publicación de 2008, cuando en realidad es de 1994, hace caso omiso de un movimiento muy interesante y que hereda esta primera etapa de la "nacionalización" de la novela regiomontana y que marca nuestro presente.
Después de un periodo de cierto receso, en el cual la novela en Nuevo León volvió a ser publicada la mayoría de las veces por editoriales locales, leída y comentada sólo al interior de la Ciudad, a partir de la segunda década de este siglo hay un surgimiento de la novela regiomontana publicada fuera de Monterrey y que, además, tiene un sello muy particular: la mayoría de estas obras ha sido escrita por mujeres.
Autoras como Orfa Alarcón con Perra Brava (Planeta 2010), traducida recientemente al alemán; Gisela Leal con El Club de los Abandonados (Alfaguara 2012) o Lorea Canales con Los Perros (Plaza & Janés 2013), escritora nacida en Monterrey, pero afincada en la Ciudad de México, son una muestra interesante de la reciente novela regiomontana, en la que también se deben incluir a Isadora Montelongo con Las Chicas sólo Quieren Plástico (Plaza & Janés 2012); Criseida Santos Guevara y Norma Yamillé Cuéllar, editadas ambas por el Fondo Editorial Tierra Adentro, con sus novelas Rhyme & Reason e Historias del Séptimo Cielo, respectivamente.
De manera reciente Criseida acaba de publicar otra novela con el sello Literal: La reinita pop no ha muerto, en tanto que Orfa Alarcón publicó Bitch Doll en Ediciones B.
Incluso vienen más obras escritas por autoras, por ejemplo, la novela Canto al Fin del Mundo, de Vanessa Garza, obra de ciencia ficción escrita con prosa poética, sin olvidar la mención al movimiento de autoras independientes como Andrea Saga, Mariana García Luna o Norma Muñoz.
Junto con estas obras hay otras que han sido bien recibidas por la crítica y que en un error evidente no aparecen en la sección de novela escrita por Rangel Guerra, todos y todas autores menores de 36 años, me refiero a obras como: Nostalgia del Lodo, de Óscar David López, traducida al francés; Mascotas Muertas, de Luis Valdez (Ediciones Intempestivas), así como la novela de Rafael Acosta, Mosquitos Buscando Luz, y El Polvo que se Acumula en los Objetos, de Carlos Calles (Ediciones Acero 2012).
¿Cuáles han sido las condiciones para este repliegue por parte de los narradores con acceso a ediciones de circulación nacional?
¿Por qué no nombrar a una generación de narradoras y narradores regiomontanos en un trabajo que pretende ser guía para los estudios venideros sobre la narrativa local?
Aventuro una respuesta: la inmediatez de la obra, la falta de un editor crítico en la Biblioteca, pero también, el hecho de que aún seguimos siendo lectores "domésticos", que consumimos más literatura escrita y publicada en nuestra localidad, recomendada a voces por lectores, también domésticos, que buscar lo escrito por regiomontanos y publicado fuera de nuestra ciudad.
Cada generación recibe un mote para ser nombrada. ¿Cómo se llamará a ésta, dominada por las narradoras regiomontanas? Aventure usted un nombre, doméstico o no, pero léanlas.


Antonio Ramos Revillas es autor de las novelas "El Cantante de Muertos" (Almadía, 2011) y "La Guarida de las Lechuzas" (Ediciones El Naranjo 2013).

Artículo en la sección VIDA, en el periódico EL NORTE.

miércoles, 1 de enero de 2014

Diez libros destacados en 2013 de escritores de Nuevo León

En el recuento del año destacan las obras de autores consagrados, escritores jóvenes, así como piezas de los grandes de la historia del estado, como Alfonso Reyes y Fray Servando Teresa de Mier.


Monterrey
Para aumentar la biblioteca personal. Las publicaciones literarias que tomaron relevancia este año en la localidad se destacan por lo diverso de sus géneros y estilos, pues hay poesía, historia, ficción, crónica, ensayo, aventuras y hasta música en el papel.


jueves, 7 de abril de 2011

Ante ti


*Ante ti

Por Criseida Santos Guevara

En las mañanas de invierno, mientras bebo una taza de Nescafé en la penumbra que está por desaparecer con la llegada de un nuevo día, diserto sobre el amor, diserto sobre ti y me da por confesarme. Me sería más fácil admitir que he matado a un perro, que me masturbo viendo videos en youporn y que durante todo un año te dediqué todos y cada uno de mis status en Facebook, que admitir que todavía pienso en ti y todavía me apendejo cuando te veo.

Yo confieso que desde 1989, uno de mis placeres es criticar la música de macho tierno y los intentos de trova de cierto cantante guatemalteco. Por eso me sería más fácil admitir que mi desempeño laboral es muy parecido al de cualquier burócrata de la Secretaría de Educación Pública, que soy un aborto de Elba Ester Gordillo, o incluso que soy como cualquier enfermera del Seguro que deja de atender a los pacientes de Urgencias en punto de las once de la noche - la hora de echarse unos tacos - antes que admitir que el problema no es quererte... es que tú no sientas lo mismo.

Y también confieso que en las mañanas cuando pasan los horóscopos en el radio, siempre escucho el tuyo. Y en las predicciones pongo atención a cómo va a ser tu día, tu mes, tu año. Y siempre checo nuestra compatibilidad por signo zodical, carta astral y numerología. Y confieso que te hice una playlist en youtube pero no me atreví a darte share. Y te escribí un par de poemas y un par de canciones porque sí, porque me siento poeta, porque el amor, la lujuria y la obsesión nos convierten en poetas. Y cuando en alguna fiesta con karaeoke, cuando en una carne asada con cancionzotas norteñas, cuando en una cantina fresa en viernes de quincena en juntación con los compas del trabajo cantamos alguna canción que nos une en pena colectiva, tú eres ella, la que no supo amar, la que se fue, la que no supe aquilatar, la que ojalá que se muera, la que ojalá nunca vuelva, la ingrata, la infeliz, inalcanzable, indomable, a la que le regalo su libertad, júrame que no volverás... pero no, nada de eso lo admitiría, en su lugar prefiero decirle a todo el mundo – y Dios quiera te llegue el mensaje – que por mí Saturno se puede instalar de una vez y por siempre en tu estrella, que no me sorprende que seas cerdo en el horóscopo chino porque en el occidental te dedicas a pura marranada y que las únicas canciones que te mereces son la Baraja Caraja, la Calabaza, la Número Veinte y hasta la Número Cien.

Confieso que con el tiempo este odio y esta enemistad carecen por completo de sentido, que me gustaría ser comercial de Coca Cola y que con una botella de 335 militlitros hiciéramos desaparecer este muro de la vergüenza, porque de verdad pienso que damos pena. Y de verdad pienso que comparar esta frialdad y esta indiferencia con el muro de la vergüenza te va a dar vergüenza y no pena ajena. Confieso, entonces, que nada me separa de todo aquello que ya he dicho, ni del perro, el youporn, los status del facebook, Arjona, el hecho de que todos somos Arjona, que todos somos burócratas, que todos leemos astrologías y que en los momentos más bajos las creemos al pie de la letra como una alternativa para no volvernos locos.

Confieso entonces que callarse las confesiones no sirve de nada. Confieso, entonces, que tampoco sirve de nada andarse por la vida como perro solitario y confesarlas. Yo confieso que ya no me queda nada que confesarte.

* Texto publicado en el número de Primavera 2011 de MANUAL DEL DESIERTO.